He leído Al faro, novela de Virginia Woolf.
Ya sabéis de mi mega-ultra-super entusiasmo por esta escritora. Pero soy
objetiva cuando digo que esta novela literariamente vale mucho, y que, además,
me ha gustado muchísimo. Muchísimo.
No sé como explicarla, o sé como transmitiros que tenéis que leerla...
¿Argumento? Es qué, en realidad, no pasa nada... Unos cuantos diálogos, la vida
de una familia... La ilusión de una excursión familiar en barca hacia un faro
lejano... No pasa nada, pero pasa lo más importante: el tiempo. Se trata del
paso de muuucho tiempo en la vida de una familia inglesa acomodada de
principios del s.XX. Nada más. El verdadero protagonista de esta novela es el
paso del tiempo, y explicado con una gran sencillez, además.
No me pondré a analizar los rasgos autobiográficos de la novela, cosa que
depasaría mi sapiencia, pero funciona perfectamente como novela, y no hace
falta saber exactamente en qué rasgos dela vida de la autora se basa para
comprenderla. Está todo perfectamente macerado, como ficción que es. Como otra
novela de autora femenina que comentaba el otro día, es la sensibilidad de la
autora la que actúa como cedazo del material real en que se pudiera basar, que
se pierde en el espacio y el tiempo, y que a la hora de leer tampoco nos
interesa tanto. Cronológicamente, se trata de un material más cercano a
nosotros que la novela de “época” de otro día. Esta novela se podría considerar
contemporánea, incluso.
Es una auténtica obra de arte, y si jamás una novela ha merecido el
calificativo de “cuadro”, “pintura”, o “lienzo”, es esta. Nos trasmite una
visión, vemos esta visión: un rayo de sol, el latido de un alma que vive para
crear. Es sublime. No exagero. El efecto que hace el final de esta novela
depasa lo que soy capaz de transmitir. Me ha cautivado. Ahora, espíritus poco
sensibles, abstenerse...
No hay comentarios:
Publicar un comentario