miércoles, 16 de mayo de 2012

Consejos de cursillo


Me acuerdo que, en un cursillo de escritura presencial que hice (también he hecho unos cuantos por correspondencia – uno de los cuales en la época en que internet todavía no se le llevaba todo, es decir, con cartas, sellos y papeles de verdad; sólo faltaba el lacre del Cyrano...); pues en este cursillo presencial, nos decían que para entrar en la esfera de lo que estabamos escriviendo debíamos escoger una música y escucharla cada vez que quisieramos ponernos a escribir, siempre la misma, y así cogeríamos le tono, la atmosfera y la continuidad de lo que estabamos escriviendo. “Entra en la esfera del sueño”, dijo alguien. Des que leo los blogs de algunos escritores me he dado cuenta que es cierto que eso de escuchar una música determinada cada vez que te pones a escribir es algo que se hace en el gremio, pero también que hay escritores que se ponen en situación sin música alguna y en cambio engullen una buena taza de té, por ejemplo, por no hablar de los que lo hacen a base de lingotazos... Parece que para arrancar es necesario cierto grado de embriaguez, sea esta musical o de algún otro tipo...

Pero de un par de libros que he leído últimamente, de autores de más prestigio que estos que hablan de escribir con música, parece que lo que realmente va bien es escribir en soledad y silencio, y, si puede ser, a mano.

Escribir en soledad y silencio...

Para mí esto es difícil... mi calabaza febril necesita entretenerse con algo que continúe...He escrito muchas veces con aquella música determinada, con simplemente música, o con las voces radiofónicas de fondo. Jamás se me había ocurrido que eso era una muleta para evitar el horror al vacío al empezar a poner letras sobre el papel en blanco, y que el ruido indeterminado de fondo mientras escribo podría no ser tan útil para la escritura como creía. En todo caso, podría ser útil para superar el vértigo a la página en blanco, algo que de hecho jamás he sufrido, que yo sepa... pero que con música de fondo se desvanece.

Debo probar de escribir en silencio, a no tener la radio prendida llenando el vacío mientras escribo.

¿Puedes llegar a embriagarte solamente de silencio? Lo que escribo, ¿será mejor? ¿Podrá ser diferente? Cuándo haya pasado un rato en el silencio del escritorio, ¿el mundo se retorcerá, como decía Kafka, avasallador ante mí? (Sic. ¡No sé si estoy preparada!)




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