domingo, 14 de agosto de 2011

Voz futbolera

Si habéis ido siguiendo mi sección Voz futbolera, seguramente os habéis llevado la impresión que sigo más a los periodistas deportivos hablando de fútbol que no los partidos de fútbol en sí. Es una impresión acertada.

A mí los partidos de fútbol no me interesan nada de nada. La primera y última vez que me senté a mirar un partido del barça por la tele, el barça perdió; era la final de Atenas y pensé que le fútbol por la tele era un rollo. Entonces estuve unas temporadas que no lo seguí y hacia la primera temporada de RijKaart empecé a escuchar a Puyal, sin ver los partidos por la tele. Más que nada, yo siempre he escuchado mucho la radio y me interesaba la radiación que hacia Puyal, no el partido en sí. (Las radiaciones de los partidos de futbol son de lo mejorcito que echan por la radio, porqué son en directo y se destinan muchos más medios que a los programas de cultura. Son el espectáculo radiofónico por excelencia. -Y no solamente las de Puyal, sino las de todas la emsisoras.-) O sea que el fútbol ni me va ni me viene, pero me gusta que gane el barça. Ahora, ya digo desde ahora que también tengo simpatía por el español, y en general, por todos los equipos pequeños. Y me gustaría que fuera posible que ganara la liga un equipo pequeño...

Pero lo que me gusta realmente de la radio son las tertulias deportivas. Oír hablar de fútbol. Lo que me gusta es observar la bestia primitiva en que nos convertimos todos cuando hablamos de fútbol. Oyendo como hablan de esta peste de periodistas deportivos en las tertulias radiofónicas te haces una idea de como es la “naturaleza humana”... el ventajismo, la manipulación, la demagogia... la capacidad de predecir el pasado... el fanatismo, la visceralidad, la prepotencia... incluso la capacidad de abstracción para explicar un partido de fútbol como si fuera una partida de ajedrez... como el fútbol sirve para descargar frustraciones personales...

O sea que lo que me gusta no es el fútbol en sí, sino observar el fenómeno social que  envuelve el fútbol. El fútbol hace salir la parte primitiva que todos llevamos dentro, y me gusta observar esta parte primitiva. Para mí el espectáculo no es el partido en sí, sino las conversaciones sobre el partido, las reacciones de los que han visto la jugada y las indignaciones viscerales y pasiones exacerbadas que eso genera. (Y teniendo en cuenta que los programas que yo escucho no son tan vulgares como lo sería una conversación de bar.) La gracia que hace cuando, incluso ellos que miran los partidos, no ven lo mismo en la misma jugada... Observar esta bestia primitiva que canaliza el fútbol, en definitiva.

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