jueves, 2 de diciembre de 2010

El arte de la guerra

Cuando el barça ganó la copa de champiñones me acuerdo que hubo una persona que escribió a la radio diciendo “cuando un equipo de fútbol haga algo realmente útil para la humanidad, entonces le felicitaré”. ¿Quién dice que los acontecimientos deportivos no son útiles para la humanidad? El deporte ha canalizado la violencia de las masas. Sólo hace falta leer el libro Un bárbaro en el jardín, del escritor polaco Zbigniew Herbert (está en catalán y en castellano) para darse cuenta de cómo se peleaba la gente en la edad media en los países europeos: de cómo en seguida se hacían la guerra por nada, de cómo los enfrentamientos sangrientos eran, ya no el pan de cada día, sino su manera de estar en el mundo. Ahora estamos más avanzados, pero precisamente una de las cosas que nos hace civilizados es que tenemos sublimada la necesidad de enfrentamiento con las competiciones deportivas. Ya lo dije una vez: si tanta prepotencia como sale cuando juega el barça no pudiera desahogarse con el fútbol, id a saber por donde saldría. Es decir que de debe felicitar al fútbol doblemente: primero porqué gana, y segundo por ayudarnos a todos a canalizar nuestros instintos y a ser más civilizados. Porqué, ¿no os habéis fijado que es o mientras conducen o mientras ven el fútbol cuando salen los instintos primarios de las personas? Se ha conseguido cambiar la guerra por la imagen de la guerra. El fútbol es ahora el arte de la guerra, o, más concretamente, el arte de la imagen de la guerra. Esto ya es algo útil para la humanidad.

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