sábado, 14 de noviembre de 2009

Vulnerabilidad

Ayer oía en una tertulia que deberíamos vigilar lo que decimos sobre nosotros mismos en la red. Ponían como ejemplo el libro de caras, en que mucha gente explica sin pudor qué hará al día siguiente, donde estará y con quien, y que eso puede llevar más de un problema porqué no siempre se puede controlar a quien llega esta información. No hablaron de si los blogs podían ser peligrosos (parece que los blogs ya están pasados de moda), pero aunque los datos sobre ti misma que pones en un blog no sean los mismos que pondrías en el libro de caras, y que el blog tenga una clara intención literaria, es evidente que dice mucho de cómo eres tú como persona, de tus gustos, de tus relaciones... e incluso cosas tan íntimas como tus sueños o tus miedos... Lo que oí en esta tertulia me hizo plantear hasta qué punto me estoy haciendo vulnerable explicando lo que explico. Hasta qué punto estoy dando demasiada información sobre mí a cualquier desconocido que podría encontrarme por la calle. Eso me preocupa un poco, y el hecho que hasta ahora no me haya encontrado a nadie que me haya hecho daño a partir de eso no quiere decir que una cosa así no pueda pasarme en el futuro. ¿Compensa la satisfacción de desahogarme la vulnerabilidad a la que me expongo? Mi necesidad de expresión es profunda y no sólo tengo muchas ganas de explicar cosas sobre las pequeñeces de mi vida en la red, sino que soy adicta a ello, y si estoy unos cuantos días sin publicar ya siento como un malestar. Lo ideal sería escribir y que sólo lo leyese gente desconocida en la otra punta del mundo. Que, de hecho, me parece que ya es lo que pasa, pero claro, lo publicado continua pululando por aquí... ¿Quién me dice que cualquier vecino no...? En fin. Que a partir de ahora procuraré pensármelo dos veces antes de explicar según qué... no fuera el caso que... Y se me ocurre... ¿pero esto no es justo lo contrario de lo que pensaba hacer en este (tan cacareado) nuevo blog?

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