sábado, 2 de enero de 2016

De soledades y acompañamientos

¿Cómo es que hago tanta propaganda del “estar sola”, cuando vivo con mi familia, y tengo su compañía, al menos presencialmente, cosa que no todo el mundo puede decir?

Mi familia es una compañía presencial, podríamos decir, para mí, es cierto, pero no mental; no comparten mi mundo. Mis padres son mayores, vienen del campo; saben leer, leen, (periódicos, revistas, libros divulgativos), pero no saben nada de libros buenos. No lo digo para criticar, simplemente si alguna vez hablo de literatura no me escuchan. Y es en parte por ello que me intereso por el fútbol y por los cotilleos de las Lecturas: cuando hablo de Messi siempre me escuchan.

Mentalmente, espiritualmente, me siento más acompañada por la lectura y la escritura. Vivo en mi mundo, en mi soledad mental, una vida interior que no comparto –nunca he compartido- con las personas que viven conmigo. Personas que, no obstante, están ahí y que son un acompañamiento presencial que sé apreciar que esté ahí: no sé como podría reaccionar el día en qué, además de presencialmente sola, me quede sola, sola sin nadie que me acompañe con su presencia. Seguramente será bastante difícil.

Ahora, sola mentalmente hace mucho tiempo que lo estoy; hace mucho tiempo que vivo recogida en mis cosas. (Precisamente el blog aparece por esta necesidad mía de compartir estas cosas).

* * *

Cuando me presentaron a Álvaro, se llevó mi paz mental. Más que enamorada de él, estuve “atrapada psíquicamente” por él. Lo veo ahora. (Esto, que suena –y es- muy extraño, tendría que explicarlo mejor. De aquí me viene el inmenso desbarajuste que he tenido en de mi cabeza todos estos años).

Antes de que Álvaro entrara en mi vida en persona, estaba sola, y además estaba más o menos bien, tenía paz mental- más o menos. Durante aquellos diez años que Álvaro estuvo en mi vida, o que, estando en ella, no estuvo, sufrí mucho psicológicamente y sentí la frustración de la soledad como jamás la había sentido.

Por cierto que Álvaro tenía (tiene, todavía, supongo), los ojos azules, y yo ya había presentido estos ojos azules mucho antes de conocerlo en persona. Los ojos oscuros son mucho más cálidos, los prefiero. (Pero esto del color de los ojos es poco menos que una anécdota sin importancia). Lo importante, más que el color, és la expresión.

Pasado el tiempo, y esforzadamente olvidado Álvaro, vuelvo a estar bien sola. Pero ha tenido que pasar mucho tiempo.

Pero todo esto debería explicarse mucho mejor, se puede explicar mucho mejor.

* * *

Podríamos decir que, por mi carácter, siempre he estado una persona solitaria: soledad, lectura y escritura; soledad y libros. Y me percato que soy así, y así continuaré, a no ser que hubiera un giro copernicano en mi vida.

Soy consciente que hay muchas personas que viven solas, sin ninguna compañía presencial, y que la soledad puede llegar a ser muy difícil.

También, quiero añadir que no explico más de las personas que me rodean por discreción y anonimato. No leen mi blog, ni les interesa lo más mínimo, pero no les gustaría salir en él.



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