Si nos quedamos mucho tiempo en un mismo lugar, establecemos lazos de
afecto con las personas que allí viven, y luego estas personas, que como nos
ven cada día se preocupan por nosotros, quieren interferir en nuestras
decisiones. Como nos ven cada día forman parte de nuestra vida, y si forman
parte de nuestra vida, quieren modificarla.
Así, sin darnos cuenta de ello, podemos acabar viviendo la vida que los
demás quieren que vivamos; podemos acabar viviendo para los demás, y cumpliendo
sus expectativas, y no las nuestras, aunque en principio incluso pueda parecer
que son las mismas.
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