lunes, 14 de julio de 2014

Lectura y relectura

Como lectores de este blog, quizá me habéis oído alguna vez ponderar las cualidades de la relectura, pero me gustaría explicar como, cuando y por qué creo que se debe releer, porqué me parece que no se ha entendido del todo lo qué pienso de ello, y eso es porqué no debo haberme explicado lo suficientemente bien. La frase que lo empieza todo es aquella “no se debe leer, se debe releer”, como una sentencia caída de las nubes. Esta frase nos dice que se debe releer, ¡pero no significa que se deba releer indiscriminadamente, como si apuntáramos la grapadora de la relectura contra todo texto que esté vivito y coleando! (Sobre todo si pensamos más como lectores que como escritores...).

La relectura es algo que se debe llevar a cabo según los géneros literarios, según si los textos tienen o no tienen intriga.

Si el texto que tenemos entre manos es una novela, con su intriga y el cebo de saber qué pasará para continuar leyendo, una primera y única lectura nos puede cautivar, pero si ordeñamos demasiado la vaca, e intentamos releerla, como que ya sabemos qué pasa, seguramente en la segunda lectura no la disfrutaremos tanto, aunque podemos fijarnos más en los detalles y comprender algo que nos haya pasado por alto en la primera lectura emocionada. Eso si la novela es buena, quiero decir si tiene calidad literaria. Hace falta estar avisado que las novelas comerciales, o de género, no resisten una relectura, y que no tiene ningún interés una vez se ha agotado la intriga. Es aconsejable no tentar al destino con este aspecto si no queremos salir espeluznados de comprobar como aquello que en una primera lectura nos ha maravillado es solamente un artefacto retórico que ya no nos emociona, y que incluso nos decepciona. Es muy triste cuando pasa esto. La novelas con valor literario sí que resisten alguna releída una vez resuelta la intriga, pero conviene sobre todo dejar pasar un tiempo, o que tengamos con ella unos lazos muy especiales.

El ensayo y la poesía, en cambio, no solamente se disfrutan mejor leyéndolos, sino que es necesario releerlos para comprenderlos bien. Releer ensayo o poesía (que en principio conservan su encanto una vez la intriga ya se ha disipado, o que no necesitan del recurso de la intriga para que continuemos leyendo), es mucho más agradecido que releer una novela una vez ya conocemos su desenlace, aunque se trate de una gran novela.

Eso cuando se lee por placer. Cuando leemos para aprender a escribir puede ser diferente. Aunque un escritor debería ser un lector compulsivo, y leer, o manipular textos, siempre, siempre, por placer, releer un texto para analizarlo y ver como está construido, que, si queremos ser escritores, puede ser apasionante, es un poco diferente de leer por placer dejándose embrujar y conducir por el texto y no querer ni tener necesidad de traspasar al otro lado del tapiz. – Quiero decir: si no queremos ser escritores quizá ni haría falta calentarse la cabeza con eso de la relectura...-.

También querría decir que cuando se es joven las novelas se devoran, y que es con los años y la madurez que se descubre que... ¡existen libros que no son novelas!, o que releer también puede ser interesante... Ahora, de la misma forma que hay personas que jamás dan el paso de las novelas de aprendizaje o iniciáticas, o de los best-sellers y de los libros para gente que no lee, a las novelas de calidad literaria, o a los libros buenos que no son novelas, los hay a quien jamás se le ha ocurrido que eso de la relectura exista, y son igual de felices y de buenos lectores.


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