domingo, 1 de abril de 2012

Autobiografia

Una vez, haciendo egosurfing con el nombre de mi blog, leí un comentario de alguien en otro blog que ponía mi blog como ejemplo de blog que explicaba la vida de la persona que lo escribía, con todo lo negativo que eso comporta. A quien decía eso se le notaba que le gustaría explicar sin manías cosas de su vida, pero la vergüenza de explicar según qué lo retenía. Se le notaba que no sabía como agarrar el toro por los cuernos, desbloquearse, y simplemente empezar.

Ser sinceros con las verdades de nuestra vida, y además hacerlas públicas, es quizá una de las cosas que más cuestan de esta vocación. Y más cuando, escribiendo, las realidades más o menos reales se convierten ellas solas en aquello que se llama “nuestro relato”, en la batallita de abuelo cebolleta de nuestra experiencia, y el hecho mismo de convertirse en narración las hace peligrosamente parecidas a la ficción.

Cuando empecé a plantearme publicar –solamente escribía ficción-, el principal dolor de cabeza que tenía era pensar qué pensaría la gente de mí leyendo las ficciones que me inventaba. Temía que las experiencias que eran fruto de mi imaginación los lectores las tomasen por reales, y eso me retenía de escribir según qué, y de intentar mostrar según qué escritos.

Curiosamente, ahora tengo el problema contrario: ara que la base de mi escritura son experiencias personales, y no tengo problemas para mostrar lo que escribo, temo que mis lectores las tomen por invenciones, algo que también me retiene de decir según qué.




1 comentario:

Ferragus dijo...

…si te pones a pensar demasiado en tus lectores al momento de escribir, podrías caer en una suerte de inmovilidad literaria. En lo personal, me encanta mezclar ficción y realidad.
Un saludo, Clarita.