jueves, 6 de octubre de 2011

El refinamiento de la experiencia

Un conocido ensayista dice que en uno de sus libros que un disco de jazz escuchado cien veces ya no le dice nada, en cambio un concierto de música clásica en directo todavía le dice algo. Eso lo dice para reforzar su tesis que la música clásica es superior, y también por el hecho que a él ahora le gusta más la música clásica, y habla de la música de las radiofórmulas como de “música para borregos”.

Yo creo que aquí hay una pequeña confusión en que no se trata de escoger entre el jazz y la música clásica, sino que se trata de escoger entre lo que es la música grabada y la música en directo.

Si este ensayista pudiera escuchar el jazz que se hacía los años 50 en directo, en los mismos locales donde se hacía, y su única manera de acceder a él no fuera escuchar mil veces el mismo disco, estoy segura que pondría este tipo de jazz como mínimo al mismo nivel de su querida música clásica. Él, que es una persona que se mueve en ambientes de cultura y que ha estado educado, tiene la posibilidad que muchos borregos no tienen de escuchar a menudo y de saber apreciar la música clásica en directo. No todo el mundo tiene acceso a eso.

Aquí el problema no es entre el jazz y la música clásica, o entre la música clásica y el resto de músicas, el problema es entre poder escuchar la música en directo o no tener más remedio que escuchar el disco. ¡No todos podemos hacer venir un cuarteto de cuerda o un saxofonista a nuestro salón!

Una vez oí decir que las grabaciones sonaban mejor que oyendo la música en directo, y que hay artistas que hacen discos pensando en “como les gustaría que sonara”. Me quedé con las ganas de contestar que quizá técnicamente sí, que quizá las notas están más afinadas en un disco, pero...

Escuchar la música en directo no es escucharla solamente con las orejas, como sería el caso de un disco: escuchar la música en directo es escucharla con TODAS LAS PARTES DEL CUERPO, con todas las células y sus membranas. Es evidente que, por más imperfecta técnicamente que sea la música (y la de los artistas serios no lo suele ser), una grabación no puede hacer sombra de ningún modo a la música en directo. Entre la grabación y la música en directo hay la misma diferencia que entre la fotografía de la persona amada y la presencia de la persona amada. La música sólo pasa de verdad mientras tu está allí. Si puedes permitírtelo, escuchar buena música en directo, cualquier tipo de buena música que te guste, no sólo clásica, es uno de los placeres superiores de esta vida. Ahora, quizá sí que, si el concierto en directo además es de música clásica, y esta es la música que más te gusta, el refinamiento de la experiencia escuchadora puede llegar al máximo.

1 comentario:

Ferragus dijo...

Tienes toda la razón; es distinto escuchar música a vivir la música; esto último sólo lo lograrías con la experiencia presencial.