martes, 6 de septiembre de 2011

Ordenar

En el libro Simplifique su vida, Elaine St James dice que debemos tirar los cachivaches que desordenan nuestra vida, y que así la simplificaremos. Yo personalmente, antes de tirar nada, recomiendo ORDENARLO. Hay objetos que quizá si están ordenados sabemos mejor si los queremos conservar o no, si los necesitamos o no, aunque sea sólo espiritualmente. Y no lo digo solamente porqué me encante ordenar mis objetos o porqué sea compulsivamente ordenada... Tener el lugar donde vivimos razonablemente ordenado, aunque tengamos muchos trastos, puede contribuir significativamente a simplificar nuestra vida. Además, en el momento que nos pongamos a ordenar nos daremos cuenta que hay muchas cosas que sí podemos tirar... Ahora, empezar a tirar a troche y moche sin haber echado antes una ojeadita tampoco me parece lo más recomendable... Hay objetos que, quizá, si estuvieran ordenados querríamos conservar.

Tengo una auténtica pasión por ordenar las cosas, cualquier tipo de cosa, pasión que llega a su máximo refinamiento en la posibilidad que me da la escritura de ordenar las palabras, los párrafos y mis ideas. Y precisamente si no salgo demasiado de casa es porqué pienso que el mundo está ordenado de una manera que no me acaba de gustar, empezando por la ordenación territorial (me refiero al urbanismo) y acabando por las mentes de las personas que hay en el mundo, que muchas veces piensan y actúan con una lógica que no comprendo, y que no parece nada ordenada.

En mi pueblo (concretamente en mi barrio) hay calles con plazas donde se han hecho casas dentro de la plaza, y ya no digo nada de los pueblos de la costa, donde se han hecho auténticos atentados urbanísticos. No me gusta como están puestas las calles, están distribuidas de una manera que muchas veces provoca agorafobia. El crecimiento urbanístico descontrolado ha hecho perder en muchos sitios la medida de la agradabilidad humana y la armonía con el paisaje. No son lugares “bellos” para vivir en ellos, o como mínimo para pasear por ellos... (y con ello no quiero decir que sean barrios marginales, al contrario...)

En lo que se refiere a las personas... bueno, esto ya lo analizaré otro día. Pero, ¿qué es el urbanismo desordenado sino un reflejo de la codicia humana y de los apetitos desordenados?

Pero tanto las personas como el urbanismo debemos aprender a aceptarlos tal y como son, porqué no está en mis manos cambiar nada más allá de mi propia vida. Aquí la pasión por ordenar ha de convivir con la capacidad de aceptación de una realidad desordenada, que de hecho podría serlo mucho más, y que esperemos que no vaya a peor ahora con la crisis. (Hay cosas que, quizá, si estuvieran ordenadas querríamos conservar...)


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