martes, 15 de febrero de 2011

Sorbito de nada

Una vez oí por la radio a un explorador-viajero-aventurero que explicaba que quería cruzar la Antártica, que ya había hecho algunas probaturas. Decía que lo hacía porqué en el caminar solo en medio de la inmensidad de la nada kilómetros y kilómetros, en la soledad y el desamparo absolutos, había algo que le había enganchado. El no límite de la nada absoluta de había enganchado. Aparte de eso, estar solo en medio de la nada le servia para hacer a un lado los pensamientos subsidiarios, ordenar las ideas y saber qué era importante para él.

Evidentemente, una persona de la calle no tiene ni la energía ni los medios para ir a probar la pócima de la nada en la Antártica, pero... probad de sentaros en el sofá de vuestra casa con la tele, el móbil y el ordenador apagados... ¡A ver si no tenéis un buen sorbo de la inmensidad de la nada! Y eso sirve para aprender hacer a un lado los pensamientos subsidiarios sin necesidad de hacer ningún kilómetro. No hace falta irse a la Antártica para probar la inmensidad de la nada. La vida sin aparatos electrónicos está lo suficientemente llena de nada por sí misma.

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