jueves, 27 de mayo de 2010

Rasgar el velo

Me resulta difícil hablar de ello, pero bien, estoy segura que el lector atento ya ha notado que eso que las vecinas nos odian es parte de mi paranoia. El otro día pasó algo que me permitió rasgar el velo. Me parece que durante todos estos años he vivido engañada, creyendo que la gente era de una manera, y son de otra muy diferente. Quiero decir que no hay ningún complot en el barrio para amargarnos la vida ni todos los vecinos van a la una ni tan solo son amigos entre ellos ni son malas personas. Cada cual va a la suya y cada cual tiene sus opiniones, y si bien es verdad que hay críticas y cotilleo, darle demasiada importancia es tener la piel muy fina. Me parece claro que si en casa no nos integramos es por culpa nuestra. Ahora, eso no quiere decir que yo no esté enferma y que en cualquier momento no pueda volver la sensación de ser rechazada. Tener estas sensaciones irracionales no ayuda precisamente a disfrutar de la vida.

2 comentarios:

Anabel Rodríguez dijo...

Pero darse cuenta de ello sí, o al menos ayuda a pasar por ella de otra manera.

Ferragus dijo...

La vida es una multiplicidad de velos.
Me dejas la sensación que no has rasgado velo alguno; sino más bien, lo has apartado de tu rostro.