Me he fijado, leyendo los extractos de su correspondencia, que Flaubert
tenía por costumbre viajar a los lugares que eran escenario de lo que escribía.
(Usaba un método ultraoculto, ultraminoritario y ultrasecreto que usamos los
escritores que se denomina... observar).
Pero, me fijo que el hecho de viajar (algo que las mentes bienpensantes
consideran algo agradable), no hizo que pasara más tiempo arriba y abajo que
sentado en su escritorio (algo que, sentarse a escribir, que las personas
bienpensantes creen que es soporífero; que es un plomo, vaya).
Flaubert se documentaba, tal y como lo diríamos ahora, (él me parece que
jamás usó esta palabra), viajando y leyendo, mucho, pero la mayor parte del
tiempo estaba en su escritorio, escribiendo.
* * *
Hay quien se sorprende que, pudendo escoger, no escogiese ser un hombre de
mundo; que, pudiendo escoger, escogiera la escritura... (¿o fue la escritura
quien lo escogió a él?)
Qué tipo más aburrido,
diríamos ahora, que friki, que pudiendo viajar arriba y abajo se dedicara a
escribir... debía ser un pobre diablo, diría alguien actual... Yo no lo pienso,
esto, más bien le envidio. Y le envidio, más que por que escribió, que también,
sino sobre todo porque tuvo el tiempo y la paciencia para desarrollar toda esta
escritura; tubo el coraje de conservar su obsesión.
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