martes, 25 de agosto de 2015

Bla bla bla

Algo que se aprende leyendo los Ensayos de Montaigne es qué, si se hace con gracia, es posible hablar interminablemente de uno mismo, y no caer en la impertinencia. Este señor estaba solo y hablaba de sí mismo, simplemente.

Hablar sólo de uno mismo, si se hace en alguna circunstancia social, podría parecer de mala educación, incluso podría parecer de una incontinencia verbal imperdonable. No se aconseja acaparar toda la atención todo el rato ni hacerse pesado explicando batallitas en las circunstancias sociales.

En cambio, escribiendo se recomienda escribir solamente de lo que se conoce... y, ¿podemos conocer sinceramente algo que no seamos nosotros mismos?

Las personas que no tenemos a nadie que nos escuche atentamente y todo el tiempo que nos haga falta, pero que no sabemos pasar sin hablar interminablemente de nosotros mismos, pues escribimos. Una reacción bien natural, por otro lado, ante la natural indiferencia del mundo.

Los pesados sin auditorio, estos, somos los que escribimos. Y nada más natural que hablar interminablemente de nosotros mismos en nuestra escritura. Y si eso se consigue hacer con cierta gracia o no, esto ya seria harina de otro costal...

* * *

A mí, hablar de mí misma es algo que me encanta. Pero no siempre tengo auditorio... o simplemente quien me escuche. La escritura primero, y el blog después, han venido a salvarme... Ya puedo hablar interminablemente de mí misma... y tener quien se lo lea. (O eso espero, como mínimo). Y, reconozcámoslo... hablar de uno mismo es el gran deporte.


No hay comentarios: